domingo, 27 de marzo de 2011

Literarias: La Lucidez

La lucidez es un don y es un castigo.

Está todo en la palabra: lúcido viene de Lucifer, el arcángel rebelde, el demonio.

Pero también se llama Lucifer el lucero del alba, la primera estrella, la más brillante, la última en apagarse.

Lúcido viene de Lucifer, y Lucifer viene de luz y de lucífero, que quiere decir el que tiene luz, el que genera luz, el que trae la luz que permite la visión interior.

El bien y el mal, todo junto.

El placer y el dolor.

La lucidez es dolor y el único placer que uno puede conocer, lo único que se parecerá remotamente a la alegría será el placer de ser conciente de la propia lucidez, el silencio de la comprensión, el silencio del mero estar.

En esto se van los años, en esto se fue la bella alegría animal.





Alejandra Pizarnik

miércoles, 23 de marzo de 2011

Literarias: Los enamorados de Alfred Hayes en la versión de Silvia Russo

Una querida amiga interpreta esta novela en cuyo eje se encuentran el amor y la pareja, como construcción. Espero que disfruten de estas lineas.


Qué "espanta" a un posible hombre enamorado, finalmente, del deseo de amar y dejarse amar?No hay amor que afloje al parecer, la versión egoísta del encuentro con el otro.Si no hay conmoción de la miseria, si no hay posibilidad de dar. No habrá amor. Sino, un como sí del acto de amar.La decisión de amar comprende al parecer un lugar para que el eterno sufrir cambie la estrategia por el vaivén de un encuentro fluído y deseante donde la falta sea parte integrante de la relación.Ceder su "desplome disciplinado" por la delicia enigmática de no saber que garantía tendrá el Ser amado.Poner condiciones, y no un montaje de autoocultamiento, JUGARSE...Crear en un espacio conjunto el placer de ser con otro.Ante una partenaire confusa, desesperada por ser salvada del dolor de lo que no fue, no hay demanda de amor; tampoco.Y se ritualiza la desesperación del desencuentro, sin querer saber demasiado el porqué.Entonces son dos ciegos. Dos petrificados, esperando el milagro que nada tiene que ver con el amor.Si desear fue tan intenso como para herirnos, no hay capital para ninguna inversión.Ni para perder, ni para ganar."No habrá esperanza de que el viaje salga bien"... pensará él.Para siempre en el "no hay".Perdido sin perder.Dolido de entumecimiento subjetivo.Herniado el eje de la vida, en el que todos nos preguntamos cómo transcurrir...Y algunos elegimos contestar.Vicio de uno mismo, incurable, inabordable. Miserable... Dejarse atravesar o no, por la dulzura de los ojos raudos del amor.

domingo, 6 de marzo de 2011

Literarias:Los enamorados. Alfred Hayes

Traducción: Martín Schifino
La bestia Equilátera
155 páginas

Por Virginia Cosin

Para Ñ

¿Por qué termina una relación amorosa?
Quizás porque los comienzos son más fáciles y los finales difíciles o complicados, es que Los enamorados da en el clavo. El protagonista del libro es quien narra la historia. Un escritor. Años cincuenta, post guerra. Vive en una habitación raída de algún hotel de Nueva York, batalla contra los fantasmas que suelen acosar a los artistas con poca estima e inseguridad sobre sus capacidades creativas, sale a cenar a restaurantes baratos de noche y a tomar tragos por la tarde. Conoce a una mujer. Ella es joven y hermosa, tiene una hija de un matrimonio fallido y prematuro de la cual no puede hacerse cargo y envió a casa de sus padres para que crezca y se eduque. Sobrevive en un departamento abarrotado de cosas que se deterioran. Vive sola. Tiene miedo. Para que algo así como el amor se active bastan unas miradas, una conversación con copas en la mano, algunas palabras ingeniosas, seductoras, la fragilidad de ella, el encanto de él, un viaje en taxi atravesando la ciudad nevada. Pero para que el amor se sostenga, las exigencias son otras. Bien lo sabe el escritor inglés Alfred Hayes, que construye una historia sutil, breve, deliciosa, dulce y amarga, en tan justa medida que, como uno de esos bocados que apenas se prueban, resultan irresistibles y se hacen imposibles de abandonar hasta devorarlos por completo.

Destino de ser clásico

Los enamorados es un libro que, con destreza, refleja en su particularidad, lo general. Es decir: un relato destinado a convertirse en un clásico que, por obra de los desencuentros entre algunas piezas de arte y su destino editorial, hasta ahora nos era completamente desconocido. Es que Hayes no es uno de esos escritores famosos, o con cierto aura maldita, como la de muchos de sus colegas contemporáneos.
Es poco lo que sabemos de él: nació en Inglaterra, en 1911 y a la edad de tres años viajó con sus padres a los Estados Unidos. Estudió en una escuela en Nueva York y durante la segunda guerra mundial formó parte de los Servicios especiales de la Armada, en Europa. De su experiencia durante la liberación Italiana como periodista, probablemente haya extraído, como otros narradores que se dedicaron al oficio –Ernest Hemmingay, para citar un ejemplo canónico- la capacidad de captar la esencia de la historia, sin remilgos narrativos o adornos insustanciales. Precisamente en ese escenario convulsionado por la guerra transcurre su primera novela: The girl on the Vía Flaminia, que luego se convertiría en un guión de cine. A partir de allí sus colaboraciones como guionista constituyeron su actividad principal, al punto de formar parte del equipo de los grandes del neorrealismo italiano, como Vittorio De Sica o Roberto Rosellini. Ecléctico (y tal vez inconstante) durante los años ´50 fue captado por la industria de Hollywood en la que trabajó escribiendo, por ejemplo, la serie Alfred Hitchcock presenta.
En el año 1953 esta frenética actividad confluye, como el último y enceguecedor resplandor de una explosión atómica, en una gran obra que, recientemente, la editorial local La Bestia Equilátera, tuvo el buen tino de rescatar y traducir al español.

El dolor de la ausencia

Como si fuera el reverso de Emma Bovary, la mujer retratada por Hayes huye de la agitación de un amor que no le depara ninguna certeza, en busca del confort del matrimonio con un hombre maduro y acaudalado. Es entonces cuando el narrador desciende a los infiernos del sufrimiento e intenta recuperar aquello que tenía y no sabía que quería. En ese remolino, donde la tempestad de sus propias contradicciones lo arrastra de un lado a otro por la compasión, el miedo, la angustia, el odio, la ternura, el amor y la furia, es que se interna esta novela. Y porque todos estuvimos, o estaremos alguna vez, atrapados en ese agujero negro en que se transforma la ausencia del otro, es que esta novela se torna imprescindible.





Fuente: Efectos personales, blog.